Pueblos. Costa Adeje, Tenerife Sur

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Adeje ofrece un contraste encantador entre su faceta turística y su carácter rural.

Con una extensión de 105,95 km² y casi 50.000 habitantes, Adeje es uno de los municipios más poblados de la isla de Tenerife. Aunque su principal motor económico es el turismo, destacando la marca Costa Adeje a nivel nacional e internacional, este lugar va más allá de ser un destino de sol y playa.

Sus senderos y paisajes naturales fascinan a los amantes de la naturaleza. En las zonas montañosas, como Taucho o La Quinta, se encuentran pintorescos pueblos típicos. El casco histórico de Adeje también tiene su encanto, con monumentos históricos, iglesias y fortalezas. Además, en la costa, localidades pesqueras como La Caleta mantienen un ambiente local y tradicional.

Este municipio canario no solo ofrece hermosas playas y un turismo de calidad, sino también la oportunidad de explorar su rica herencia cultural y disfrutar de la belleza natural de la isla. Adeje es un lugar que combina lo mejor de ambos mundos, haciendo que la visita a este rincón de Tenerife sea una experiencia inolvidable.

Caseríos y rincones históricos

Caserío de la Quinta

La Quinta y Taucho, dos encantadores caseríos de Adeje, tienen una historia que se entrelaza a lo largo de los siglos.

Inicialmente, este lugar era conocido como Taucho durante los siglos XVI y XVII. Sin embargo, el nombre La Quinta surgió más tarde, a finales del siglo XVIII, cuando los terrenos pasaron a ser propiedad de los Marqueses de la Quinta Roja.

Estos caseríos eran fundamentales en el abastecimiento de productos agrícolas y forestales a las zonas bajas y costeras, así como a las zonas altas de las medianías. La costa ofrecía recursos pesqueros y cultivos agrícolas más estables, mientras que La Quinta y Taucho se dedicaban a cultivos agrícolas temporales y al aprovechamiento forestal.

En La Quinta, que se originó en el siglo XVI, aún se pueden observar vestigios de su rica actividad agrícola, como antiguos bancales, atarjeas de piedra y madera, aljibes y restos de viviendas campesinas. Destaca su Ermita de Santa Margarita, que data de finales del siglo XVI y alberga las imágenes de Santa Margarita de Antioquía y Santa Lucía. También destacan la gran era y los antiguos lavaderos, que cuentan historias de tiempos pasados. El paso del tiempo ha dejado huellas notables en estos pintorescos caseríos de Adeje.



Caserío de Taucho

Taucho, declarado Bien de Interés Cultural en 2005 con la categoría de Conjunto Histórico, es un caserío de gran relevancia histórica y etnográfica en Adeje.

Taucho, declarado Bien de Interés Cultural en 2005 con la categoría de Conjunto Histórico, es un caserío de gran relevancia histórica y etnográfica en Adeje. Ubicado a 875 metros de altitud, entre los Barrancos de Yé y La Fuente, es uno de los asentamientos más antiguos de la zona de medianías de la isla. Su historia se remonta a tiempos aborígenes, respaldada por hallazgos arqueológicos.

La importancia de Taucho no solo radica en su pasado histórico, sino también en su patrimonio arquitectónico. El caserío se compone de construcciones que se adaptan a la topografía del terreno, aprovechando las áreas rocosas e improductivas para la agricultura. La arquitectura se destaca por su armonía con el entorno, utilizando materiales locales como la piedra, la madera de tea, la teja fabricada en Ifonche y Tijoco Alto, y la cal importada de Los Cristianos.

Taucho es un testimonio vivo de la adaptación ingeniosa de las comunidades a su entorno natural a lo largo de los siglos, y su designación como Bien de Interés Cultural reconoce su importancia cultural y patrimonial en la isla de Tenerife



La Caleta de Adeje

La Caleta de Adeje tiene su origen en el siglo XX, impulsada por la actividad pesquera y agrícola de la región.

Inicialmente, sus habitantes vivían en cuevas y chozas rudimentarias construidas con materiales simples. La zona más antigua, llamada Las Terrazas, estaba arrendada por un real a Fyffes y luego fue vendida a las familias que la habitaban.

En el pasado, La Caleta contaba con un muelle pesquero y un salón de empaquetado que se utilizaba para enviar fruta a Inglaterra. Hoy en día, el pueblo se ha convertido en un lugar acogedor y tranquilo, conocido por sus restaurantes de mariscos y sus aguas turquesas. Aunque no cuenta con playas de arena, las escaleras facilitan el acceso al mar. Además, es un lugar perfecto para disfrutar de impresionantes puestas de sol, ya que el último rayo de sol se oculta detrás de la vecina isla de La Gomera.